Adolfo Laborde
NORTEAMÉRICA.- Se cerraron las negociaciones de las últimas conversaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) en Washington. Los resultados fueron limitados y no se destrabaron los temas sensibles en la negociación: reglas de origen, propiedad intelectual, acceso de productos agrícolas y salarios. A partir de estos resultados se sabe que las siguientes reuniones no serán nada sencillas debido a que los asuntos más álgidos quedaron al final además de las complicaciones por los tiempos políticos en lo que resta del 2018, principalmente en México y Estados Unidos. No es un secreto que la delegación de Estados Unidos ha sido muy dura en varios asuntos y probablemente se agreguen más puntos de inflexión en las negociaciones.
Todo parece indicar que el proceso de negociación entrará en esa etapa crítica que todos temían y ya el canciller mexicano Luis Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, nos dieron un adelanto al decir que no se permitirá una negociación apresurada ni se dejarán a un lado los intereses nacionales mexicanos.
En este contexto toma importancia el relanzamiento del Acuerdo de Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) en su versión TPP 11, sin la participación de los Estados Unidos, que recientemente los representante comerciales de los países miembros en Tokio, Japón lograron cerrar los puntos pendientes en la negociación que exigía Canadá.
En cuanto al TPP 11, que ha sido empujado por Japón (que busca un mayor balance de poder en Asia con respecto a China), no me parece que sea la salida de todos los males del comercio exterior de México (dependiente del mercado de Norteamérica). La diversificación de nuestras relaciones comerciales tendría que ir más allá de este mecanismo: no olvidemos que, salvo pocos países, con la mayoría de las economías que componen el TPP México no es complementario, sino competencia, en especial, con las pequeñas y medianas empresas. Asimismo, la viabilidad de exportar los productos que no se envíen a Estados Unidos a otros mercados en una hipotética finalización del TLCAN, puede resultar bastante compleja por la falta de conocimiento de las empresas mexicanas sobre esos mercados.
De modo que se tendrán que enfrentar estos retos de manera original y pragmática. Si bien es cierto que la presente administración está a unos meses de concluir es menester trazar una ruta efectiva y crítica que permita dejar la batuta al próximo gobierno con una mirada estratégica y de largo plazo. La respuesta a la actual coyuntura geoeconómica de México tendrá además que sacar provecho a los actuales acuerdos comerciales (12 con 46 países) e integrar nuevas dinámicas comerciales como el TPP y otros esquemas comerciales de nueva generación mediante Acuerdos de Asociación o Complementación Económica con países como China o Corea.
Mientras esto sucede, México necesitaría instrumentar la versión del “Plan B” en materia migratoria (recepción de jóvenes repatriados) y su inserción en el mercado laboral del país, especialmente en la Pequeñas y Mediana Empresas (PYMES) donde su talento y capacidades podría servir para su internacionalización si se genera una política pública, de lo contrarío, se podrían convertir en parte del ya numeroso ejército nacional de talentos, en otras palabras, en las filas del desempleo.
De darse el regreso de los jóvenes hasta ahora beneficiados por el programa DACA, que da documento a quienes llegaron en la infancia a EU, habría efectos inmediatos en la economía de México (presión al empleo y competencia por los mercados laborales ya saturados) sobre todo en el mercado laboral y por ende, en las empresas mexicanas que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) para el año de 2017 había alrededor de cuatro millones; de las cuales, el 99.8% son PYMES y MIPYMES. Este número cobra relevancia si tomamos en cuenta que las PYMES general el 52% del Producto Interno Bruto (PIB) y el 72% del empleo en el país. La tarea es complicada, pero no imposible de realizarse sobre todo cuando existe la necesidad de impulsar la internacionalización de las empresas pequeñas y medianas del país.