NORTEAMÉRICA.- La aprobación del nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, parece —cada vez más— una tarea legislativa urgente para el gobierno del presidente Donald Trump, apoyado de sus vecinos. Pero al mismo tiempo, la crisis de migrantes en ambos países se asoma en el horizonte como un problema preocupante.
El nuevo convenio, llamado T-MEC por sus siglas en español, fue aprobado por el Senado mexicano y pronto lo estará en el Parlamento canadiense. No es secreto para nadie que, tanto para México como para Canadá, es un tratado de gran importancia.
Los Estados Unidos, por su parte, lo consideran un convenio útil, atrincherados en su perfil de ser la mayor economía mundial y el más grande mercado de consumo para sus vecinos. Se trata de un documento políticamente importante para Trump, que presentó como un logro comercial y, que al margen de cualquier otra cosa, ofrece certidumbres económicas y legales.
México y Canadá, a la deriva por la indecisión de EU sobre el T-MEC
El acuerdo que reemplazará al aún vigente Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN), se encuentra sujeto al calendario legislativo del congreso y los vaivenes de la política doméstica estadounidense. Para la segunda quincena del mes de julio, también será el vencimiento del plazo convenido por los gobiernos de Estados Unidos y México, en torno al control de la migración centroamericana.
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha logrado un acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU) que reforzará su posición frente al gobierno estadounidense.
La intervención de la ONU y el apoyo económico de la comunidad internacional, podrían convertirse en la herramienta necesaria para reducir con tiempo la migración centroamericana y las situaciones de crisis que la originan.
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