NORTEAMÉRICA.- En un portaguitarra, Joel S. lleva nueve armas. Está nervioso y mira de un lado a otro para asegurarse que a la vez no lo observan. Está a punto de venderlas a pesar de que las compró “por su propia seguridad”, sobre todo el revólver calibre 32 que le ofertó su primo por 64 dólares cuando éste regresó de Arizona hace cinco años.
Este revolver es parte de los 15 millones que entraron al país de manera ilegal desde Estados Unidos, según calculan organizaciones no gubernamentales; algunas, acarreadas por el crimen organizado del narcotráfico y, otras, por familiares que radican en la Unión Americana que consideran “de vida o muerte” armar a sus parientes que aún viven en México o por negocio.
“Mi primo estaba en Tijuana porque lo habían regresado de Estados Unidos y sabía que le serviría para protegerse, por eso se la compró a un gringo de Arizona y luego me la vendió”, cuenta Joel, de poco más 50 años.
Joel se acogió a la última campaña por el desarme en el Distrito Federal en la cual el gobierno ofrece computadoras y dinero a cambio de pistolas, metralletas, rifles, escopetas…
En ese contexto, el senador Alejandro Encinas asegura que el 35% de las armas están en manos de civiles y más del 90 por ciento provienen de Estados Unidos por medio de familiares.
Clay Boggs, oficial de Programas de la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), opinó que “los datos demuestran que el Gobierno de Estados Unidos no ha hecho ningún avance medible en detener el flujo ilegal de armas a través de su frontera sur y estas armas de fuego están alimentando la violencia en México y en otros países también”.
Pero ¿qué hacer cuando las armas son regalos de seres queridos?
Analis, una joven de madre de un niño de siete meses, tomó al bebé a cuestas y un camino de más de hora y media desde el municipio conurbado de Ecatepec, Estado de México, para entregar la pistola y el rifle que su padre le había obsequiado a su regreso de Nuevo México, hace año y medio.
“Me dijo que son para defenderme, pues en Ecatepec cada día es más inseguro, pero prefiero el dinero que la armas: mi marido gana el salario mínimo”, razona igual que 17,000 personas que en los últimos dos años del programa de desarme, pero esto es sólo simbólico.
El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados estima que las autoridades en nuestro país confisca sólo el 14% de las 252,000 armas que cruzan de forma ilegal anualmente por la frontera norte.
De acuerdo con el artículo 10° de la Constitución Mexicana los habitantes tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa siempre y cuando no sean armas reservadas para el uso exclusivo del ejército. Mientras que en EEUU, la segunda enmienda de la Carta Magna garantiza a los ciudadanos la posesión y portamiento de armamento.
“No sabemos exactamente cuántas trajeron los familiares porque en los programas de desarme no se les pregunta la procedencia”, aclara Rosa Icela Rodríguez, Secretaria de Desarrollo del DF.
Los grupos de Autodefensas en Michoacán, que se opusieron al cártel de Los Caballeros Templarios así como las Policías Comunitarias de Guerrero reconocen que parte de su armamento lo trajeron familiares o vecinos conocidos que regresaron de Estados Unidos o viajan contantemente entre ambos países.
Armas en Números
15 millones de armas circulan en México
85% de las armas con ilegales
En 2014 se incautaron 15 mil 397 armas
El 71% de las armas son de origen estadounidense de acuerdo con WOLA