NORTEAMÉRICA.- ¿Puede la crisis venezolana ser el momento que lleve a Canadá a convertirse en un país líder en América Latina? ¿Actúa por su cuenta o como asociado de Estados Unidos? ¿Debe Canadá aprovecharla?
Esas preguntas son el eje del debate que se dio las últimas semanas en Canadá y a propósito de su intervención en el Grupo de Lima para enfrentar la crisis de Venezuela.
Para muchos canadienses, la situación venezolana obliga a que Ottawa tome la iniciativa en términos de derechos humanos, una bandera tradicional de la política exterior canadiense.
De acuerdo al menos con una interpretación, muchos en América Latina ven a Canadá como “un tipo diferente” de líder hemisferico, uno que podría ser una alternativa a los Estados Unidos.
En cierta forma no se trata de un tema nuevo: Canadá es visto como “un gringo con buenos modales” y mucho mas dispuesto a colaborar que a imponer.
“En general, Canadá no ha sido considerado como un líder en las Américas. Pero la crisis de Venezuela está cambiando eso, ya que Ottawa intenta liderar una respuesta multilateral en lugar de tomar la orientación de Washington”, indicó el diario estadounidense The Christian Science Monitor.
Pero no todos tienen la misma opinión y en el caso venezolano, afirman algunos críticos del gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau, parece actuar mas bien como un cómplice estadounidense.
Generosidad o juego político.
De acuerdo con un artículo de Stephen Kimber, un profesor de periodismo en la Universidad de King’s College, al actuar de acuerdo con el Grupo de Lima el gobierno de Canadá no solo eligió un mal grupo de aliados sino que al tratar de mediar en Venezuela lo hace por razones egoístas.
“Pese a todo lo que se habla de “promoción de la democracia”, la democracia en la que el gobierno canadiense está realmente enfocado es la suya, y lo único que quiere promover es el Partido Liberal”, escribió Kimber en el influyente diario The Globe and Mail.
“Este es un año electoral canadiense, después de todo, y después de los errores en India, y en medio de las tensiones con Estados Unidos, China y Arabia Saudita, esta es una oportunidad para que la administración de Trudeau pula su imagen en casa como un líder fuerte en el escenario internacional, al mismo tiempo que encuentra una manera de mostrar a la administración de Trump que golpea las tarifas, es un buen amigo que merece un mejor trato”, agregó.
Pero el tema va mas allá. Canadá ha buscado -o quizá mas bien debatido- por años su papel en el hemisferio occidental.
En busca de relevancia. En enero de 2016, a la llegada de Trudeau al gobierno, un reporte del Instituto Canadiense de Asuntos Globales advertía que “si Canadá no hace un esfuerzo constante para comprometerse y ofrecer soluciones útiles al mismo tiempo que persigue su interés nacional, se convertirá en irrelevante en América Latina”.
El texto del especialista Eric Miller anotaba: “Se puede decir que los Estados Unidos, Brasil y México pueden “costear” sus compromisos en la región sin disminuir fundamentalmente su influencia. Canadá, sin fronteras compartidas, conexiones lingüísticas o una historia profundamente interconectada, no tiene ese lujo”.
Pero en medio del debate, otros creen que su actitud frente a la situación venezolana pone a Canadá en una situación complicada.
“Lo que no tiene precedentes acerca de lo que sucede hoy en Venezuela es que Canadá, al igual que otros países, eligió un líder que tiene un derecho a la legitimidad marginalmente mejor que el actual”, dijo al Monitor Philip Oxhorn, profesor de ciencias políticas en la Universidad McGill en Montreal.
“Irónicamente, esa es una de las razones por las que Canadá puede agregar algo de credibilidad y, con suerte, sensatez a todo el proceso. Porque si los canadienses lo apoyan, entonces es realmente único.
Serían uno de los últimos países en apoyar históricamente este tipo de posición”.
Pero al responder a una pregunta sobre las intenciones de liderazgo atribuidas a Canadá Carlo Dale, un internacionalista de la Fundación Canada-West, rechazó la noción en un mensaje de correo electrónico.
“Una rápida respuesta: No”, dijo.
“Tenemos las manos llenas con Estados Unidos y China y tratando de establecer una presencia en Asia y luchando por mantener el acuerdo con la Unión Europea”.