NORTEAMÉRICA.- Si alguien pudiera reducir la complicada agenda norteamericana para este año podría centrarse en la aprobación legislativa del nuevo acuerdo comercial entre Canadá, Estados Unidos y México (USMCA, T-MEC según las iniciales que se prefieran).
El hecho mismo tiene diversos grados de dificultad en en los tres cuerpos legislativos -menos al parecer en México gracias a lo que parece un acuerdo generalizado sobre su conveniencia, un poco mas complicado en Canadá, donde este año hay elecciones generales, y al parecer, mas difícil en los Estados Unidos.
La dificultad en el Congreso estadounidense, como siempre, puede emanar de causas domésticas llevadas este año a nivel de conflicto por los diferendos entre el gobierno del presidente Donald Trump y el Congreso, en especial con la mayoría demócrata en la Cámara baja.
La agenda estará complicada por la oposición legislativa a la aprobación de 5.7 mil millones de dólares exigidos por el mandatario para la construcción de un muro en la frontera con México que, según él, resolverá en gran medida problemas de violencia, migración ilegal representada por peticionarios centroamericanos de asilo, y narcotráfico.
Cuestionable como sea la proposición, está en el centro de su conflicto con el Congreso y nadie puede asegurar que la animosidad no se extienda hacia otras propuestas del mandatario, incluso el acuerdo comercial. Y si a experiencia es válida, los problemas de canadienses y mexicanos, sobre todo mexicanos, van a estar por lo menos en el centro de las objeciones de grupos ecologistas, laborales y de derechos humanos.
Mas allá, o mas inmediata al menos, está la discusión sobre las medidas punitivas que el año pasado decretó el gobierno Trump contra el acero y aluminio de Canadá y México, y las medidas de represalia comercial adoptadas por ambos países contra una demanda de productos estadounidenses. Pero esa discusión parece aplazada, al menos de momento, por el actual cierre parcial del gobierno de Estados Unidos.