NORTEAMÉRICA.- El gobernador demócrata de Virginia, Ralph Northam nunca imaginó que su pasado racista, le provocaría una crisis fulminante que está a punto de costarle el puesto.
Líderes demócratas y republicanos, y aún sus propios representados, le exigen que renuncie.
El origen del escándalo está en una foto que le tomaron en 1984 para el anuario de la Escuela de Medicina del Este de Virginia, en la que aparece con la cara pintada de negro al lado de un compañero vestido con el uniforme del Ku Klux Klan.
Que alguien se pinte la cara de negro es mucho más que un disfraz; es, más bien, un insulto racista en una sociedad como la estadounidense que lucha día a día por la corrección política tras un historial de abusos y discriminación contra los afroamericanos.
¿Pero quién es el gobernador de Virginia?
Ralph Northam nació en 1959. Creció en un rancho agrícola y ganadero en la costa de Virginia del Este. En 1984, se graduó de la Escuela de Medicina de Virginia del Este.
Trabajó como médico para el ejército entre 1984 y 1992, y se especializó en pediatría y neurología. Dejó la milicia en 1992 cuando tenía el rango de comandante.
Antes de entrar a la política, en dos elecciones presidenciales en 2000 y 2004, votó por el republicano George Bush. Se justificó más tarde, diciendo que se arrepentía de esos votos porque no estaba informado de lo que hacía y en esa época era apolítico.
Nominado por los demócratas, ganó un escaño en el Senado Estatal de Virginia en 2007.
En noviembre de 2013 ganó la elección para vicegobernador de Virginia.
Durante su campaña para gobernador de Virginia, descubrió que su tatarabuelo había tenido esclavos en su rancho en Modest Town, Virginia, pero logró hacerse de la gubernatura cuatro años después, en noviembre de 2017 como un demócrata moderado definido como conservador en los asuntos fiscales, y liberal en lo social.
Luego volvió a ponerse en el ojo del huracán de su estado al promover la ley AB 2491 que busca flexibilizar algunos de los requisitos estatales sobre la interrupción del embarazo que actualmente se permite hasta el tercer trimestre si tres médicos están de acuerdo y ahora quiere reducirse a la opinión de un solo médico.
En medio de esa discusión se publicó la foto del Ku Klux Klan y la cara pintada de negro en el portal conservador Big League Politics tras ser filtrada por algunos compañeros de la Escuela de Medicina preocupados por la agenda liberal del gobernante.
El explicó que se pintó la cara con un poco de lustre para zapatos para personificar a Michael Jackson en un concurso de baile en San Antonio. Pero al siguiente día se retractó en una conferencia de prensa donde dijo que “después de reflexionar con su familia” y sus compañeros llegó a la conclusión que no era ninguno de los dos que aparecen en la foto.
Pero el drama ya había escalado a nivel nacional y ahora muchos de su partido quieren su cabeza: la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la ex candidata a la presidencia Hillary Clinton, el senador Bernie Sanders y el exvicepresidente Joe Biden con el argumento de que el gobernador esta afectando la imagen del partido demócrata.
El estratega político de California Luis Alvarado, dijo que la gran pregunta es si el gobernador de Virginia va a renunciar. “Piensa que es intocable y que va a sobrevivir la tormenta, pero la presión para que renuncie es muy grande”, dice.
“Muchos nos preguntamos si reconoce la igualdad de todas las razas o si sus sentimientos racistas los ha enmascarado ante todos para sacar beneficio político”, cuestiona.
Lo cierto es que si se queda, externa Alvarado, Northam ya no va a ser efectivo como gobernador. “No se le va a tener confianza para que produzca políticas que beneficien a todos los residentes de Virginia”.
Por su parte, Northam no tiene planes para renunciar. Asegura que quiere recuperar la confianza de Virginia y enfocarse en trabajar por la igualdad y en la equidad en los siguientes años.
No sabemos si lo consiga, pero la verdad es el gobernador de Virginia no es más que un reflejo del racismo que aún persiste en Estados Unidos, y que algunos políticos tratan de disfrazar en aras de la corrección política y manenerse en el poder.
El caso también saca a relucir que el pueblo estadounidense ya no está dispuesto a tolerar que sus gobernantes sean insensibles al racismo y la discriminación.