Regina Mendoza
NORTEAMÉRICA.- Después de participar en la Homeless World Cup, “ahora veo la vida de diferente manera”.
Daniel Copto, manager de los 16 hombres y mujeres mexicanos que se coronaron campeones durante la Homeless World Cup 2015, en Holanda, observa cada día que en México el futbol es uno de los mejores ganchos para sacar a los jóvenes de las calles. En Ciudad Juárez, por ejemplo, la selección quedó formada por chavos pandillas rivales que antes se mataban entre sí.
“Despues entendieron que sus conflictos eran heredados”, cuenta.
Y como la unión hace la fuerza, este año esos jóvenes que antes no hacían más que dar dolores de cabeza a sus padres y autoridades, vencieron 5 a 2 a Ucrania y ellas a Chile 3-1 para demostrar el poder que tiene la motivación.
Meses antes, fueron convocados por organizaciones civiles que trabajan con jóvenes en situación de pobreza y marginación, en zonas con altos índices de pandillerismo. Lizbeth Ángeles Mercado, de 25 años, quien representó al Estado de México, precisa que el fútbol la ayudó a “cambiar la manera de ver a sus compañeras como a una familia.”
Mucho sabía Copto de la estrategia deportiva para unir pasiones y desaparecer odios desde que trabajó en Canadá con un proyecto de superación de drogas y descubrió que los programas deportivos eran una buena estrategia para rehabilitar, pues “teniendo la responsabilidad de representar a su país los chavos comienzan a cuidarse para competir en las mejores condiciones, limpios.”
Regresó a México en 2006 con una “idea muy romántica” y desde entonces fue un largo recorrido de “puertas en las narices”. Hasta el 2009 presentaron el programa a Fundación Telmex y nació “Street Soccer México” y el torneo “De la Calle a la Cancha”.
“Aprendí a valorar a las personas, ya estoy más apegada a mis papás, soy una mejor persona que quiere cumplir sus sueños y apoyar a los demás. No nada más es fútbol”, afirma Lizbeth.
Tres semanas antes del viaje, fueron concentrados en la Ciudad de México y preparados en el aspecto físico y emocional a través de terapias.
Marco Agustín Bernal Estrella, de 30 años, representó al Estado de México y cuenta que le cambió la vida, pues ahora la ve “de diferente manera, disfruto vivir día a día, las terapias psicológicas y el entrenamiento nos ayudó a ser mejores. Yo soy el único de mi colonia (Nezahualcóyotl) que ha logrado esto, los demás te admiran.”
Desde hace 14 años, Homeless World Cup ha llegado a la vida de 100,000 jóvenes en situaciones de marginación en más de 74 países representados por 74 organizaciones.
Gabriela Elizabeth Herrera, de 25 años representó a Nuevo León. Para ella, el torneo le enseñó a ver que hay muchos caminos, “no hay que culpar a las adversidades, aquí aprendes a liberarte y a enfrentarte con tus problemas”. Viene de una familia muy humilde, trabajaba en un Oxxo y su vida, desde el abandono de sus padres, fue “muy difícil”.
“Aquí por primera vez tuve un respaldo para mejorar y aprender a soltar. Era uno de los complementos que le faltaban a mi vida.”
Cuando regresan a México, Fundación Telmex les ofrece una beca de estudios y “por lo general quedan como promotores deportivos, algunos se vuelven entrenadores en sus comunidades, encargados de convocar a nuevos jugadores.”
De acuerdo con los principios del Comité organizador de la Copa, “un sorprendente 94% de los jugadores asegura que la Copa tuvo un impacto positivo en sus vidas.” Este es el objetivo de jugar.