NORTEAMÉRICA.- De acuerdo con practicantes de la Realpolitik tan conspicuos como Lord Palmerston en el siglo XIX o Henry Kissinger en el XX, “los paises no tienen amigos o enemigos permanentes, solo intereses”.
La máxima puede ser considerada como un dechado de cinismo o un abuso del realismo, pero funciona en el marco de la reciente decisión del presidente Donald Trump de lanzar a los Estados Unidos en el camino de una guerra comercial.
Aparentemente Trump decidió que su pais puede confrontar al mundo por si solo y ganar esa guerra.
Es posible. Después de todo, los Estados Unidos son la principal economía del mundo y gracias a medio siglo de trabajo de sus predecesores literalmente el núcleo central del comercio internacional.
Pero ta,mbièn es cierto que el costo puede ser considerable y que los intereses estadounidenses pueden verse comprometidos en el corto y el largo plazos.
“Estamos cada vez más aislados como nación por un presidente que llegó a la política como constructor y desarrollador y ahora hace poco más que demoler. No tiene planes de construir. Habló de oponerse a acuerdos multilaterales y preferir tratados bilaterales, pero no hay negociaciones en curso”, escribió Ken Roberts, un especialista en temas comerciales para la revista Forbes.
Peor aún, llegó a la decisión en el momento en que está empeñado en tratar de resolver diferencias comerciales con China, que no solo es su segundo o tercer socio comercial según como se vea sino su principal competidor comercial en el mundo y fuera de Canada y México, la nación mas integrada a los sistemas productivos estadounidenses.
Y eso sin contar con problemas como las negociaciones nucleares con Corea del Norte, el diferendo creado por su decisión de abandonar el acuerdo sobre armamento nuclear con Iran o las divergencias comerciales con Japón
Y eso, cuando al mismo tiempo castiga a sus aliados y principales socios comerciales, incluso Canada, México y la Unión Europea, como si fueran enemigos en muchos no dudaron en calificar como una guerra comercial generalizada y un prolegómeno para una aun mas complicada renegociación del Tratado Norteamericano de Libre. Comercio (TLCAN).
Cierto que puede ser parte de un plan maestro en busca de los convenios uno-a-uno que prefiere. Pero no muchos quieren jugar esa partida y quien sabe si Palmerston o Kissinger aprobarían sus tácticas.