NORTEAMÉRICA.- Hace 30 años una serie de televisión conmovió a los Estados Unidos. “The Day After”, el día después, representaba o pretendía presentar lo que ocurriría en Estados Unidos luego de un ataque nuclear.
La dramatización fue excelente; las actuaciones buenas. LA idea formidable.
Pero como todos la inmensa mayoría de los programas estadounidenses, la serie no lidiaba con lo que ocurriría en países que como Canada o México podían ser afectados de gravedad solo por estar junto a los Estados Unidos.
Puede alegarse que ni una ni otra naciones eran blancos primarios de lo que se supone hubiera sido un ataque soviético. Y de hecho en aquel entonces el Departamento de Defensa estadounidense afirma que Canada y México (y de paso Cuba, por cierto) estaban tan protegidos como pudiera estar el territorio estadounidense “porque como no sabemos hacia donde van dirigidos se trata de derribarlos tan pronto sea posible”.
Claro que las cosas no son tan simples. Todavía la radiación -y para el caso las armas químicas o biológicas- no logra reconocer fronteras, etnias ni nacionalidades.
Y de hecho la geopolítica tampoco, como pone de relieve el reporte de Geopolitical Futures. América del Norte es una región que en lo geográfico va mucho mas allá que el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN) y ciertamente que la simple formulación anglosajona, limitada a Estados Unidos y Canada.
Esa realidad se hace evidente también en el reporte sobre el medio ambiente en la frontera de Estados Unidos y México que la organización The Nature Conservancy hizo llegar a Norteamérica. Es difícil pensar que la situación sea muy diferente en los límites impuestos por la política a las fronteras de Estados Unidos y Canadá.
Ya no hay dudas respecto al impacto de la migración de los paises centroamericanos caribeños tiene en los tres países del norte, como tampoco las hay respecto al efecto que pueden tener las políticas de los Estados Unidos, México o Canada pueden tener en sus vecinos mas pequeños.
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