NORTEAMÉRICA.- Un acuerdo preliminar entre Estados Unidos y México pareció presionar a Canadá para incorporarse a negociaciones aceleradas por la renovación del Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN) luego de un mes de trabajos bilaterales entre sus dos socios.
El presidente Donald Trump anunció que México y Estados Unidos habían llegado el lunes 27 de agosto a un acuerdo que le permitió proclamar desde la Casa Blanca un gran avance que permitiría sustituir al TLCAN, pero que su propio gobierno calificó sin embargo como un “principio de acuerdo preliminar”.
El entendimiento, según Trump, podría llevar a un acuerdo de libre comercio Estados Unidos-México y no incluyó específicamente a Canada, pero se esperaba su incorporación.
El anuncio fue recibido con escepticismo. Por un lado, el gobierno mexicano expresó su complacencia pero insistió en que el acuerdo era y debe ser tripartita, y legisladores estadounidenses de estados que mantienen un fuerte comercio con Canadá insistieron en la importancia de su incorporación.
De hecho, un número de críticos subrayó que el acuerdo de principio pareció simplemente dar un nuevo nombre al TLCAN, que Trump ha calificado los dos últimos años como el peor acuerdo comercial de la historia y dañino para los Estados Unidos.
“Veremos si decidimos o no poner a Canadá, o simplemente hacer un trato por separado con ellos, si quieren hacer el trato”, dijo Trump durante una conferencia de prensa televisada que incluyó una incómoda conversación telefónica con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto.
“Canadá, oh Canadá…”
Pero muchos, aún en el partido del presidente, llamaron por un convenio ampliado.
Un acuerdo trilateral con Canadá es “el mejor camino a seguir”, dijo el texano John Cornyn, líder de la mayoría republicana en el Senado mediante un comunicado.
Funcionarios del gobierno Trump hicieron notar por su parte que las cosas no son tan simples como las presentó el mandatario.
“Es imposible tener dos… acuerdos al mismo tiempo. Siempre que haya un acuerdo que suplante a otro, debe detenerse o deshacerse del anterior. Cómo hacerlo es algo que todavía estamos en el proceso de mirar” dijo uno.
De acuerdo con esa explicación, un nuevo acuerdo reemplazaría al previo, como ocurrió cuando se llegó al TLCAN a partir del acuerdo de 1988 con Canadá.
“Cada estrategia, cada táctica no está diseñada en este momento. Pero teóricamente, lo que el presidente dice es que no puedes tener dos acuerdos como este. Y cuando obtenga un nuevo acuerdo, lo hará, ya no tendrá TLCAN”, explicó.
Según el Representante presidencial de Comercio de Estados Unidos (USTR), Robert Lighthizer, planeaba enviar el viernes al Congreso un aviso de la intención de la administración de firmar un acuerdo bilateral con México, o un aviso de un acuerdo trilateral si Canadá aceptara los términos.
El gobierno de Canada en todo caso parecía presionado. El primer ministro Justin Trudeau está consciente de que la exclusión del acuerdo podría provocar serios daños económicos a su país, pero también debe asegurarse de que cualquier revisión preserve mecanismos para presentar casos comerciales contra Estados Unidos y sobre todo defienda industrias políticamente importantes, como las de la leche y la madera.
La negociadora jefe de Canadá en el TLCAN, la ministro de Relaciones Exteriores Chrystia Freeland, interrumpió una gira por Europa para viajar a Washington, DC.
Trump, en todo caso, habría logrado hacer retroceder a los mexicanos en términos de resolución de disputas y de reglas de origen de vehículos -sobre todo la aceptación de que el 40 por ciento del proceso productivo se realice en plantas donde los obreros ganen al menos 16 dólares diarios.
¿Maniobra política?
El anuncio en todo caso fue visto como una maniobra política del presidente Trump, necesitado de buenas noticias y algo que entusiasme a su base electoral frente a las próximas elecciones legislativas de noviembre, vitales para su gobierno.
Pero los procesos legales involucrados para un retiro estadounidense del TLCAN o la sustitución del acuerdo tripartita por uno bilateral pueden ser no solo prolongados sino complicados, sobre todo ante la renuencia del Congreso a abandonar un acuerdo que de acuerdo con analistas de la organizaciòn Signal es apoyado por mas de la mitad de los estadounidenses.
Para el senador Ron Wyden, demócrata de Oregon que es el principal demócrata en el Corte de Finanzas del senado, faltaron muchos detalles en el anuncio el lunes y puntualizó que había “grandes preguntas sin respuesta sobre dónde irán las negociaciones con Canadá”.
Cornyn en todo caso fue mas cortés: “este es un paso positivo, y ahora tenemos que asegurarnos de que el acuerdo final lleve a Canadá al redil y tenga respaldo bipartidista”.
Pero la espectacularidad del anuncio fue igualada solo por las dudas creadas sobre su contenido y su viabilidad en los tiempos necesarios De hecho podría necesitarse de una trampa legal: el gobierno estadounidense notificaría a su congreso de que tiene un acuerdo bipartita con México al que espera se incorpore Canada.
Y por supuesto el cambio de nombre.