NORTEAMÉRICA.- A tres años de haber prometido la construcción de un muro a todo lo largo de la frontera con México y a pesar de fracasos repetidos, el presidente Donald Trump redobló su apuesta política y pidió al Congreso la aprobación de 8.6 mil millones de dólares para la construcción del muro.
Habría que decir, con todo, que la idea ha evolucionado en mas de un sentido.
De una “hermosa muralla” a todo lo largo de la frontera, pasó a ser una valla en sitios determinados: de una barda de cemento pasó a barreras de postes verticales, rejas literalmente.
En enero pasado, la publicación especializada politico.com consignó que Trump había hecho saber que “ahora estamos planeando una barrera de acero en lugar de concreto”, su propuesta era ese momento “la última de una serie de visiones cambiantes y, a veces, confusas, que Trump ha ofrecido para la estructura propuesta”. Pero una que lo llevó a forzar un cierre parcial del gobierno federal.
Dias después, el mismo enero, el mandatario tuvo que levantar bandera blanca luego de lo que resultó un infructuoso choque con el congreso y un políticamente contraproducente cierre de 23 días.
El ahora presidente ha pasado de una muralla entera a barreras parciales, de afirmar que la muralla sería costeada por México a proponer una declaración de seguridad nacional para tratar de obtener fondos de cualesquier fuente posible del presupuesto federal, aun si implicara distraerlos de programas de emergencia.
Trump no discutió el muro de hormigón que ofreció en los primeros tiempos de su campaña electoral, ni el tecnológico ni el virtual que promovió después, y ciertamente no mencionó ya la valla de paneles solares que alguna vez imaginó.
Su nueva propuesta: una “impenetrable” barrera, diseñada artísticamente y construida con acero de fabricación estadounidense. “A petición de los demócratas, será una barrera de acero en lugar de un muro de hormigón”, dijo.
Pero eso fue en enero…
Ciertamente la idea es mucho mas simbólica que la “estupidez” que le atribuyen los críticos demócratas de Trump. De hecho, de creer a Ann Coulter, una conferencista y articulista de extrema derecha, Trump no será reelecto si no construye la muralla.
Sin ella, dijo recientemente, Trump no tendrá un “legado” y mas bien será “un presidente de chiste que habría engañado a los estadounidenses y divertido por un rato a los populistas”.
Para Trump la muralla es mucho más y mucho menos que eso: es de entrada una promesa electoral que simboliza no solo mucho de su campaña sino la formulación nacionalista de su ideología y la de sus seguidores, no exenta de influencias xenofóbicas con tintes racistas.
Es en otras palabras el símbolo de su vínculo con su electorado, uno al que ha tratado de mantener aún a costa de su propia imagen, quizá lo mas preciado para él. Trump ha sido rebatido, derrotado, rechazado una y otra vez por el aparato político.
La última vez el 13 de marzo, cuando el senado estadounidense, bajo control republicano, le negó su apoyo para distraer 8.6 mil millones de dólares hacia la construcción de la muralla y lo puso en camino hacia otro choque político: el veto.
Fue de hecho humillante: la primera vez que el congreso niega a un presidente la declaratoria de emergencia nacional… Y Trump insiste. No solo es persistencia o capricho.
Es un cálculo político. Que el costo económico probablemente supere los dineros solicitados se da por hecho; que la barda ya no será un muro continuo sino tal vez unos 600 kilómetros de barreras de postes de acero en lugares determinados de la frontera, especialmente en los limites de Texas y México, se da también por sentado.
Y que habrá mas problemas judiciales, ante cuestionamientos como la demanda interpuesta por 16 estados sobre la constitucionalidad de la medida y los esperados litigios por el uso de propiedad privada en Texas.
Las ideas de Trump se tradujeron el año pasado e la construcción de ocho modelos de barda, prototipos de hormigón, acero y otros materiales, que fueron visitados incluso por el mandatario en la meseta de Otay, cerca de la frontera con México.
La inversión fue de 20 millones de dólares y a final de cuentas nada. Los prototipos fueron destruidos y la idea parece quedará en todo caso en barreras de postes verticales de acero.
CARACTERÍSTICAS
En octubre de 2015, Trump dijo que una barrera adecuada debe aumentar de 40 a 50 pies y abarcar al menos 1,600 kilómetros de los poco mas de tres mil que mide la frontera con México.
La idea se ha modificado y a principios del 2018, la Oficina de Aduanas y Patrulla Fronteriza (CBP) pidió dos tipos de propuestas:
Una para un muro de concreto sólido;
La segunda, solicitó propuestas para una estructura transparente o a través de la cual se pueda ver “al otro lado”.
Ambos requieren que los cimientos tengan al menos 1.80 metros de profundidad; Idealmente, su altitud debería ser de entre cinco y diez metros;
Las partes valladas deberán contar con puertas automáticas de ocho y hasta 15 metros de ancho, para el paso de peatones y vehículos.
COSTOS Y FABRICANTES*
W. G. Yates Sons. $458,103
W. G. Yates Sons. $453,548
ELTA North America. $406,318
Cadell Construction. $344,000
Cadell Construction. $320,000
Texas Sterling Const. $470,000
KWR Construction. $486,411
Fisher Sand & Gravel. $365,000
*Costo en Dlls.
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