NORTEAMÉRICA.- Después de todo, luego de años de una intensa interpelación, los tres países mayores de la región parecen alejarse, envueltos en su propia nube de problemas. Cierto que en el terreno de los hechos enfrentan la responsabilidad compartida de ratificar el tratado México-Estados Unidos-Canada (T-MEC) y en el caso de Canadá y México, lograr su aprobación domestica y además ayudar a la confirmación por el congreso estadounidense.
Pero si bien los gobiernos y sociedades de los tres países están conscientes de la importancia del TMEC, enfrentan cuestiones propias que las hacen desentenderse de la situación de las otras naciones. Claro que entre ellos tres, mas algunos otros países de la región, la interrelación es tal que es imposible simplemente pasarla por alto y algunos de los temas se convierten en asuntos de política domestica.
Señalado el punto la realidad es que el concepto de Norteamérica como región, como símbolo de interdependencia y de integración, está ausente, fuera del léxico.
Las razones son simples, y tienen que ver con EL momento político que inicia cada país. Canadá inicia una temporada electoral con un formidable escándalo, uno que no se refiere a sexo, o a dinero, sino a la percepción, a la apariencia de tráfico de influencias.
El escándalo fue considerado como una amenaza a la carrera del primer ministro, Justin Trudeau, y se puede decir que está claramente enfocado en las elecciones de octubre próximo.
El escándalo canadiense sería ciertamente aburrido para los estándares de otros países, en especial su vecino, los Estados Unidos, que por su parte se encuentra sumido en un continuo bombardeo sobre las fechorías, reales o percibidas, de sus políticos.
Y si se agrega la polarización creada por el estilo del presidente Donald Trump, el ambiente político estadounidense queda en el enrarecimiento absoluto.
El nuevo gobierno mexicano, apenas 105 días en el poder, esta aun en plena luna de miel con los electores. Pero el presidente Andres Manuel Lopez Obrador tiene a sus ciudadanos sujetos a una dieta de denuncias, señalamientos, acusaciones, proyectos y propuestas que a veces parecen sin fundamento, o sin estructura.
Los tres enfrentan la tarea compartida de obtener la ratificación del nuevo acuerdo o tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), negociado para sustituir al aún vigente Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN).
Pero la verdad sea dicha, en los tres países el argumento principal sería basado en cuestiones de conveniencia doméstica, y quizás alguna mención pasajera a temas de integración social y económica
que de cualquier manera continúan su desarrollo en la realidad.
Tal vez para algunos -o muchos- sea lo mejor. Después de todo, en una era de hipernacionalismos y preocupación por lo local, impulsar un enfoque regional pudieran ser políticamente inviable, mas allá que incorrecto.