Brenda Macías NORTEAMÉRUCA.- Irineo Mújica, director de la Organización Pueblos sin Fronteras, lleva en la sangre y en los pies el tema migratorio. Él, ciudadano de frontera, nació en Arizona, pero también es mexicano por sus padres y no reniega de los privilegios de tener doble nacionalidad: con los dos pasaportes en mano va y viene para ayudar a quienes, en sus países de origen, no han encontrado la estabilidad económica, física y emocional para sentirse libres aunque eso implique ponerle los pelos de punta a su paisano Donald Trump. El presidente estadounidense pataleó furibundo hace unas semanas cuando se enteró de la existencia del Viacrucis Migrante —una caravana que Mújica coordina desde hace 10 años— en busca de hacer visible el problema de violencia y desesperación que viven los centroamericanos. La máxima publicidad que Donald Trump dio a la Caravana permitió visibilizar a nivel mundial la crisis de migrantes y refugiados de Centroamérica, responde Irineo. El activista mexicoamericano, de 48 años, se sabe convencido del poder que tiene la táctica de la “no-violencia activa”. Se inspira en personajes como Gandhi, Martin Luther King y César Chávez porque cambiaron los paradigmas sociales, políticos y culturales de su tiempo mediante la lucha pacífica. Sobre cómo es posible mantener una organización como Pueblos sin Fronteras en tiempos de Trump, dice que basta con mirar el mundo globalizado, pequeño, como un órgano viviente: “Si a nuestros hermanos cubanos les pasa algo, México lo reciente. Si nuestros hermanos hondureños sufren, México también sufre. En Pueblos sin Fronteras ayudamos a la personas a que aprendan a pescar, no les damos lo pescado”.
Por ello cree que en comunidad es posible un cambio; si se le da poder a una sola persona puede fallar: “La solución a nuestros problemas sociales se logra si nos organizarnos en grupos porque si el mundo se despedaza, nosotros nos despedazamos con él. Si el sistema no cambia es porque las personas no cambiamos”. Irineo, desde que era niño, experimentó de cerca las desigualdades sociales, los enconos por el color de la piel y las distinciones entre idiomas. Luego, al vivir, caminar y escuchar a los migrantes, sus historias y preocupaciones, aprendió a verlos como familia. Huelga de hambre en Hermosillo, Sonora El día a día de Irineo Mújica va a contrarreloj, y más en estos días en los que tiene que coordinar la Caravana Viacrucis Migrante, que partió el pasado 25 de marzo de 2018, desde Arriaga, Chiapas, conformada por más de mil personas –entre mujeres, niños y hombres– de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, y principalmente de Honduras, que huyen de la violencia, las presiones políticas, y amenazas de sus gobiernos en contubernio con miembros del crimen organizado. Las personas sólo buscan nuevas oportunidades en México y asilo humanitario en Estados Unidos, refirió Mújica. Irineo coordina ahora el contingente que se instaló en Hermosillo, Sonora –estado donde también coordina el “Albergue de la Esperanza” en Sonoyta y Caborca–, en espera de que el Instituto Nacional de Migración (INM) cumpla su palabra y entregue las visas que prometió a quienes las han solicitado.
La falta de compromisos orilló a que ocho mujeres y siete hombres realizaran una huelga de hambre para presionar al Gobierno Federal. (Otro grupo de la Caravana se encuentra en la garita de El Chaparral en Tijuana, Baja California, y otras personas se han dispersado por el resto del territorio nacional). “Las 300 personas que decidieron quedarse en Hermosillo quieren las visas para circular libremente, trabajar, y en algún momento optar por la residencia permanente en México, pero sólo preparamos a 15 personas para la huelga de hambre porque se hizo una revisión médica y son quienes pueden resistir”. Él sabe que las huelgas de hambre son muy poderosas. En 2010, resistió a una para exigir que se respetara su derecho a la libertad de expresión, luego de que fue agredido por autoridades del INM en la estación Puebla cuando realizaba su trabajo como foto reportero. Irineo hace un llamado: “necesitamos organizarnos mejor para responder a los ataques, provocaciones y actividades que el sistema racista estadounidense quiere aplicar en nuestros países. Debemos estar preparados. Siempre”.