Durante meses muchos gobiernos, activistas y otros grupos han estado presionando a los laboratorios que crearon las recetas para la vacuna contra el coronavirus suelten la patente, la fórmula, con el propósito de recuperar su inversión y juntar más dinero para sus bolsillos y para seguir haciendo investigaciones.
Estamos hablando de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Johnson and Johson, Sputnik, Cansino…
La presión de los pro liberación de patente no hubiera pasado a más de no haber sido porque el gobierno de Joe Biden se pronunció el miércoles a favor de dispensar las protecciones de propiedad intelectual para las vacunas contra COVID-19 y se puso de lado de los esfuerzos internacionales para reforzar la producción en medio de dos embates del coronavirus en la India y América del Sur.
Estados Unidos había s sido uno de los principales opositores en la Organización Mundial del Comercio a la propuesta del organismo económico mundial de suspender algunas de las protecciones de propiedad intelectual, pero ahora desde la India y Sudáfrica respaldada por demócratas ultra como el senador Bernie Sanders llega un SOS en pos de la humanidad y pues, Biden dio su brazo a torcer después de que hábilmente vacunó a medio mundo en su país.
Ahora, el apoyo de la Casa Blanca no es una garantía de que se apruebe. La Unión Europea también se ha interpuesto en el camino, y hacer cambios a las normas internacionales de propiedad intelectual requiere un acuerdo unánime en la Organización Mundial de Comercio porque eso de las patentes es algo comercial.
En su contra está ya la industria farmacéutica. Stephen J. Ubl, presidente y director ejecutivo de la alianza para la Investigación farmacéutica y fabricantes de América, calificó el anuncio de Biden como “un paso sin precedentes que socavará nuestra respuesta global a la pandemia y comprometerá la seguridad”.
En un comunicado dijo que “esta decisión debilitará aún más las ya tensas cadenas de suministro y fomentará la proliferación de vacunas falsificadas”.
Otra cosa importante que resaltó en este comunicado y que una ya no sabe cómo interpretar porque suena a una tensión internacional profunda. Dijo que la medida tendría el efecto de “entregar las innovaciones estadounidenses a países que buscan socavar nuestro liderazgo en los descubrimientos biomédicos”.
Los activistas por la liberación, en cambio, abrazaron el anuncio y le metieron una rayita a la presión y pidieron que los dueños de la patente no sólo den la receta, sino que otorguen personal y conocimiento técnico. Esto es un extremo a la negativa de las empresas.
Hay propuestas intermedias como una que se hace desde la Escuela de Derecho de la Universidad de Saint Louis que propone que, para no meterse en esta enorme pelea, la mejor apuesta es que se vendan las vacunas sin ánimo de lucro.
Esto último, al parecer le vendría muy bien a Pfizer, por ejemplo, que dice que su receta secreta y que al parecer es una de las mejores, requiere de 280 componentes de 86 proveedores en 19 países, así como equipos y personal altamente especializados y que darle el libro de recetas a chefs inexpertos y sin ingredientes terminaría por perjudicar la vacunación en lugar de ayudar.
Ahora, en política y economía, no hay acción sin consecuencias y la consecuencia por el anuncio de Biden fue nada más y nada menos que la caída del precio de las acciones de las empresas BioNTech, Moderna y Novavax y por eso a los críticos de la propuesta de liberar las patentes les preocupa que se inhiba a las empresas farmacéuticas de invertir en curas para futuras crisis de salud pública.