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Entretenimiento

Lecciones de El Maestro y Margarita

Por Gardenia Mendoza 14 mayo, 2021
Por Gardenia Mendoza 14 mayo, 2021

Mañana es sábado y es Día del Maestro y también tendremos más tiempo para poder reflexionar si nos conviene o no salir corriendo a buscar este libro que es mero pretexto para traer a este espacio una de las obras más importantes del siglo XX: El maestro y Margarita de Mijail Bulgákov.

Vamos a hablar primero del contexto porque si bien la obra es una joya es también complejo para entender.

A grandes rasgos este siglo entre 1900 y 2000 conocido como siglo XX estuvo marcado por el experimento de Rusia para implementar un régimen de vida conocido como socialismo.

En principio se presentó como una opción al modelo capitalista donde una persona es la protagonista sea como productor, como trabajador y principalmente como consumidor. El socialismo plantea que no sea el individuo el protagonista sino la sociedad en conjunto, o sea que cada persona se tiene que sacrificar por el bien social, en pocas palabras.

Dice la historiadora colombiana Diana Uribe que entre los modelos en que se inspiró Rusia para armar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue la Revolución Mexicana pues retomó por mucho este famoso reparto agrario y el concepto de los ejidos donde un grupo de personas son propietarios de la tierra y no  una sola persona.

Pero no vamos a ahondar ahí, sino en que la URSS se convirtió efectivamente en una sociedad que aspiraba a la igualdad, pero el precio fue el totalitarismo de la manera más salvaje y por lo cual fue su caída.

José Stalin, quien finalmente tomó el poder después de perseguir y mandar a matar a León Trotsky que por cierto estaba refugiado en México y aquí mismo se lo echaron. José Stalin implementó un régimen de poder tan férreo y de terror porque simple y sencillamente mandaba a Siberia o a la tumba a todo aquel que lo criticaba, que le hacía ver los desatinos. Y en un pueblo tan politizado como la URSS pues ya se imaginan cuanta sangre para callar las bocas.

Bueno, en ese contexto, se ubica nuestro invitado de hoy El Maestro y Margarita.

Mijail Bulgákov quería no sólo criticar al régimen de censura, terror y ambición de Stalin, sino que quería burlarse. Desde fines de los años veinte, el escritor enviaba cartas personales a Stalin, suplicándole libertad para su trabajo como “escritor soviético” o permiso para viajar a Europa.

Esperaba siempre una respuesta por carta, pero el mismo Stalin que tenía esos arranques  le habló personalmente y le dijo lamentaba sus deseos de abandonar temporalmente la URSS, pero que lo comprendía y pues el Bulgákov se aterró: esa llamada podía ser su sentencia de muerte y  se retractó de sus intenciones y le dijo:

“He comprendido que un escritor ruso no puede existir fuera de su país.”

El tirano respetó la vida de Bulgákov pero permitía que sus burócratas se la hicieran imposible.  Y pues en ese ese juego del gato y del ratón, Bulgákov se puso a escribir El maestro y Margarita con sorna, con burla, con carrilla como se dice vulgarmente.

No trata del noble arte de compartir el conocimiento, pero hay un maestro que tiene otra vida y pues llega a Moscú desde Alemania para llevar a la tierra donde se había prohibido la religión.

A partir de aquí aquí van a tener que echar a volar la imaginación porque cada personaje, cada hecho, cada acción se dice que tiene un espejo en la vida real de aquellos tiempos.

En estos países totalitarios los artistas han tenido que hacer malabares de todo tipo para poder criticar a esos Estados o personas opresoras y la literatura ha hecho mucho con esto: La Herencia de Esther, es otro caso (ya hemos hablado de este aquí); Rebelión en la Granja es otro que compara a los puercos con los burócratas soviéticos…

Con El Maestro y Margarita abran su imaginación porque va a llegar el diablo a la Unión Soviética y la que va a armar en grande. El Maestro y Margarita… Aquí todo son símbolos.  En pocas palabras, Bulgákov combate el terror que vivía con el circo y se supone que el Diablo, bajo la apariencia del profesor alemán Voland, cae sobre Moscú acompañado de otros secuaces, entre los que destaca el gato negro Popota.

Dicen algunos críticos literiarios que la grandeza de este libro incluso va más allá de la rebeldía frente a un autoritarismo y que sería muy mediocre considerarlo grande nada más por eso. Dicen que en realidad este libro es una reinterpretación del Nuevo Testamento, donde el foco principal, el protagonista no es Jesucristo, sino Pilatos como figura de poder.

La novela se puede dividir en dos partes: los desaguisados que organiza el Diablo en Moscú y en ella se insertan dos capítulos de la narración de Poncio Pilatos; en la segunda, la historia del Maestro y Margarita.

Todo esto en medio de persecuciones del aparato estatal al autor. Hay una anécdota de que Alfred Schnitkee, genio de la música rusa  que cuenta que de buenas a primeras a Stalin quiso escuchar el Concierto para piano en re menor de Mozart.

Nadie sabe cómo logró aclarar de qué obra se trataba, pero en cualquier caso consiguió que su entorno cayera en la cuenta de sus deseos. Entonces se descubrió que entre ellos no había ninguna grabación de ese concierto y lo que seguía era consegurla a toda costa para el “Camarada”.

Así se convocó a la pianista María Yudina, que había tocado esa partitura y escogió al director. Se organizó una grabación nocturna. La orquesta fue reunida como un pelotón y trabajó toda la noche.

A la mañana siguiente, Stalin tenía la copia única del disco en sus manos. Complacido, el dictador mandó a premiar a Yudina con miles de rublos, pero ella lo rechazó y envió una carta a Stalin para que ese dinero a reconstruir las iglesias voladas o saqueadas por el comunismo.

Stalin paró en seco a los sicarios que se disponían a liquidar a María Yudina y así decidió q ue viviera. De esto hay una película muy buena, una sátira, se llama La Muerte de Stalin.

Dicen que ese tipo de arranques como el que tuvo con la pianista se repitió constantemente con  Mijaíl Bulgákov para suerte nuestra y así vimos nacer El Maestro y Margarita.

El Maestro y MargaritaMijaíl Gulgákovopinión
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