NORTEAMÉRICA.- La agenda norteamericana de los próximos días estará dominada por la campaña del presidente Donald Trump para empujar de nuevo la idea de la construcción de un muro fronterizo.
La nueva campaña incluye elementos ya no solo de advertencia respecto a las caravanas de centroamericanos sino a los problemas de violencia en México, que Trump aseguró en un tuit son superiores a los de Afganistán.
Al margen de la veracidad o la exageración de los datos ofrecidos por Trump, el nuevo capítulo de la saga de seguridad fronteriza incluye un elemento importante: la disposición de los demócratas a negociar mayores medidas de seguridad fronteriza aunque no necesariamente el muro.
Esa negociación ocupará la atención del cuerpo político estadounidense y sin duda del gobierno mexicano.
En que medida pueda o no haber un debate transfronterizo dependerá en gran parte de la reserva, o la prudencia, que ejerza un gobierno mexicano determinado hasta ahora a evitar confrontaciones con su vecino del norte.
Pero el debate estadounidense no será con México sino acerca de México, aunque durante su desarrollo pueda ser desagradable y aun ofensivo para el país.
La discusión puede calificar las relaciones durante las próximas semanas, aún sin la participación directa de México.