Tras dos días de liberación , un jurado encontró culpable de homicidio al ex policía Derek Chauvin por el asesinato de George Floyd.
Está pendiente la sentencia del juez Peter Cahill que se cree que será pronto, pero, por ahora, el jurado no tuvo dudas de culpabilizarlo de tres cargos en su contra: asesinato en segundo grado, asesinato en tercer grado y homicidio involuntario.
Entre los tres delitos podría sumar hasta 75 años de prisión y el policía ya fue esposado y detenido por la Oficina del Sheriff del condado de Hennepin tras un brevísimo juicio que comenzó el 29 de marzo.
Al principio, el expolicía se negó a rendir testimonio, en medio de las pruebas presentadas en su contra, que incluyeron el video completo que muestra cómo sofocó con su rodilla a Floyd, la explicación de médicos y las críticas de expertos policiacos sobre el protocolo que el ex oficial siguió en la detención del afroamericano en Minneapolis, Minnesota.
La defensa de Chauvin presentó siete testigos con los que argumentó que Floyd murió por problemas de salud y de drogas y aunque reconoció el uso de la fuerza del expolicía el policía consideró que actuó “apropiado” al protocolo.
También dijo que había “una multitud hostil de transeúntes” que lo distrajo y por ello quizás presionó más la rodilla.
La sentencia que se espera que sea ”sin precedentes” deja un sabor de boca raro porque por un lado se hace justicia contra el abuso de la fuerza (se dice que hay alrededor de 80 muertes por esta causa cada mes), según algunos cálculos del periódico The Gardían, pero, por otro lado, ¿cómo poner orden público cuando la gente se opone a ello?
El mismo juez Cahill que ha tenido muchas presiones políticas por parte de la comunidad afroamericana que amenazó con radicalizar las propuestas, pidió al jurado desde e inicio del juicio que reflexionar, quitarse prejuicios y reconsiderar las primeras impresiones de los testigos.
Solicitó analizas si quizás estaban influenciados por sus condiciones sociales: por ser más ricos o más pobres, más o menos educados, mayores o más jóvenes o de un género, identidad de género, raza, religión u orientación sexual diferente.
También pidió a los miembros que escucharan los argumentos de cada uno, de ayudarse a llegar a una conclusión con base en la evidencia.
En pocas palabras les dijo: no tomen decisiones con base en sus “gustos personales” o prejuicios.
El martes pasado finalmente los miembros del panel en Minneapolis tomaron la decisión en forma unánime, el policía irá a prisión y se cimbra el sistema policiaco estadounidense,.
Los policías han estado protegidos por un concepto que se llama “inmunidad calificada” con la que se topan la mayoría de los ciudadanos que intentan demandar a la policía ante la justicia civil por uso excesivo de la fuerza
La “inmunidad calificada” es una doctrina establecida por la Corte Suprema para proteger a los empleados del gobierno de demandas frívolas, de gente mañosa, y permitir a la policía un respiro legal en torno a las decisiones que sus agentes deben tomar en una fracción de segundo.
Para que un caso avance, la corte estableció que deben hacerse dos preguntas.
La primera es: ¿hubo un uso excesivo de la fuerza en violación de la Cuarta Enmienda? (La norma constitucional que protege a las personas de las pesquisas y de las detenciones arbitrarias).
De ser así, la segunda pregunta es: ¿existe una decisión judicial “claramente establecida” sobre ese comportamiento que implique que el oficial sabía que su conducta era ilegal?
Quienes denuncian los excesos policiales consideran que con esta segunda pregunta los tribunales son muy permisivos con los agentes, al descartar los casos solamente porque no hay un caso previo con un conjunto de hechos casi idéntico que establezca precedentes.
Un análisis de la agencia Reuters encontró que más de la mitad de los casos por uso excesivo de la fuerza en EE.UU. son desechados con el argumento de que existe una “inmunidad calificada” que protege al agente.
Con todo esto el debate está ahí: la sociedad no quiere policías cobardes que teman actuar frente a los delincuentes por temor a ir a la cárcel, pero, por otro lado, tampoco quieren policías asesinos que se guíen por principios racistas y ya hay varias propuestas sobre la mesa para llegar a un punto medio.
Entre ellas, destacan dos: ponerle cámaras personalizadas a los policías para medir su actuación o prohibir como en Nueva York, estas técnicas como el de la rodilla.