NORTEAMÉRICA.- El arribo de Donald Trump al poder en los Estados Unidos y su visión mercantilista del comercio internacional desató un debate en cuanto a la existencia de América del Norte como región.
Tradicionalmente la idea de Norteamérica es o era entendida como Estados Unidos y Canadá, los dos países angloparlantes que ocupan más de 15 millones de kilómetros cuadrados al norte del río Bravo.
Pero la región es mucho más que ese concepto.
En lo básico, en la geografía y la ecología, bien podría alegarse que comienza en el istmo de Tehuantepec; en lo geopolítico y lo estratégico, en el istmo de Panamá con las islas del Caribe como agregado. En lo social y económico, solo la Unión Europea está más integrada pero ninguna tan entrelazada con los Estados Unidos.
Marco para tres o cuatro culturas diferentes: la inglesa, la francesa, la española y la indígena, con una poderosa contribución africana -y algo de holandés en la mezcla-, cada vez más asiática, la región norteamericana no tiene una identidad única pero sí una diversidad extraordinaria.
Y nuestra idea es reflejar esa diversidad y su progresivo entrelazamiento. No es fácil: hay tensiones económicas y sociales derivadas de temas raciales, culturales y sociales. Existe una diversidad política brutal, que van de la semidictadura a la democracia más abierta; de las culturas más antiguas y las costumbres más regresivas a lo más socialmente permisivo. Simas de pobreza y cimas de riqueza…